Salimos en Valladolid a denunciar la proliferación de un negocio nefasto para nuestros barrios: el negocio del juego y las apuestas.
En Valladolid, entre salones de juego, casas de apuestas y bingos, contamos con 38 locales destinados a este negocio. A ellos hay que sumar los que han abierto en poblaciones cercanas como Laguna de Duero. Y a ello hay que sumar los que la administración sigue autorizando abrir, que en Valladolid son al menos otros dos. Esta plaga se ha ido extendiendo barrio a barrio, de Parquesol a la Victoria y desde la Rondilla a las Delicias. El crecimiento exponencial en los últimos años de locales destinados al consumo de una forma de ocio nociva y antisocial se suma a la aparición de aplicaciones para que el negocio del juego esté disponible 24 horas al día y 7 días a la semana.
Es la tormenta prefecta para que la juventud se vea expuesta a una trampa que la condena a la ludopatía y el ocio asociado al dinero y al consumo de alcohol barato. Asociaciones como AJUPAREVA llevan años señalando que estamos ante un peligro que se está traduciendo en un aumento de los jugadores patológicos jóvenes e incluso adolescentes. Esto ha hecho bajar la edad media de quienes sufren este trastorno de los 55 a los 35 años. Además existen perfiles con un riesgo especial por el estigma social añadido que supone, como es el caso de las mujeres.
El juego es un grave problema que afecta a nuestros seres queridos, a nuestros barrios y a nuestra convivencia y del que una patronal voraz se aprovecha para extraer dinero de los jugadores. Sólo en 2018, la patronal se embolsó 9870 millones de euros. Empresas como las que se organizan en la patronal Cejuego o como el Grupo Ballesteros, radicado en Valladolid. Empresas cuyos beneficios se basan en llevar al móvil de cada joven una vía directa a la adicción y el despilfarro.
Ante esta situación, las administraciones se debaten entre la inacción y los gestos simbólicos. Tanto la junta de castilla y león como los distintos ayuntamientos siguen dando licencias y permisos de operación a unos locales que los mismos políticos reconocen como nocivos. Encontramos propaganda del negocio del juego, de sus locales y actividades en las marquesinas públicas y en paradas de autobús.
Son muchas las ciudades y pueblos que se han movilizado estos años para señalar lo intolerable que es que exista un negocio nocivo para la salud del que hay empresas lucrándose. Nuestra movilización es una denuncia de la permisividad de las administraciones y también es una llamada de atención sobre las empresas que se lucran con este negocio infame. Pero sobre todo, nuestra movilización es un aviso a la vecindad:
¡no caigas en su juego!¡la banca siempre gana!